Una de las películas con las que iniciamos nuestra ruta del cine en 2019 fue “Amor Sobre Ruedas”, una sencilla comedia protagonizada, escrita y dirigida por uno de los humoristas galos más reconocidos, Franck Dubosc.

La historia es básica y su dosis de humor se basa en ser políticamente incorrecta.  Un mujeriego empedernido, Jocelyn, por una vuelta de la vida simula ser un discapacitado para acercarse a una atractiva enfermera, quien a su vez termina presentándole a su hermana, Florence, una mujer que perdió el uso de sus piernas en un accidente, pero quien llena de virtudes, ha salido adelante como violinista profesional.

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Como es de esperarse, en medio de la maraña de mentiras y situaciones jocosas la pareja termina enamorándose y el problema radica en cómo Jocelyn le confesará a Florence la verdad sin perderla para siempre.

En medio de esto tenemos la Banda Sonora compuesta por el tridente conformado por el también productor Sylvain Goldberg junto a los esposos Émilien y Xiaoxi Levistre. Una reunión que redunda en un trabajo corto (apenas sobrepasa los 30 minutos de duración) pero lleno de peculiaridades.

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En primera instancia debo decir que tenemos una música ecléctica en la que es muy difícil definir una clara tendencia, pero en la que brillan la sofisticación en las piezas que inicialmente perfilan al protagonista y una asombrosa mezcla de guitarras, acústicas y eléctricas, junto a los violines, pero en la que las piezas de orquesta complementan de manera acertada su trabajo.

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Al final tenemos un trabajo que ayuda al director a completar los momentos emocionales de la cinta, especialmente aquellos en los que su protagonista empieza a cambiar su forma de ser, de los cuales resaltamos dos. Primero, el partido de tenis de Florence; y segundo, la escena en la que el farsante Jocely, en su silla de ruedas está frente al ascensor en el hotel de Praga, siendo este quizás, el realce máximo del conflicto moral que la música logra redondear de manera brillante.